El pasado Jueves día 7 de Septiembre, justo después del desayuno en mi casa de la Estación de El Espinar y cuando me disponía a felicitar a mi querida madre por su cumpleaños, me sorprendió la noticia del fallecimiento repentino de nuestro amigo Tomás.
Fue la llamada de un amigo común, una de esas llamadas que, tan temidas y odiadas, nunca esperas pero nunca descartas, sobre todo cuando ya vas entrando de lleno en eso que llamamos el último tercio, en el que también habitan muchos de nuestros amigos, mejor prueba y aviso de que, nunca pero a partir de ahora menos, nada de lo que propones y proyectas, puede perdurar por más de unos minutos.
Tuve la fortuna de conocer a Tomas Villanueva, como consecuencia de mi responsabilidad en el Torneo de El Espinar y de un grave problema de supervivencia que, ya entonces padeció nuestro querido torneo de tenis de el Espinar, fui de la mano de otro común amigo, entonces Alcalde de El Espinar, Juanjo Sanz Vitorio, a trasladar al entonces Consejero de Industria y Turismo, la necesidad de una solución para nuestro evento.
Aquella presentación y aquel encuentro, despertaron en mi una extraordinaria curiosidad y un interés cierto por la persona de nuestro querido amigo, me resultó impactante su cortesía educada, acompañada de su parquedad que, ya me hacía intuir tanto su timidez, como el difícil encuentro de una solución feliz a la dificultad del problema que le planteábamos, su respuesta con esa seriedad y humildad que le caracterizaba: “Lo estudiaremos y veremos como encontrar una solución”.
Sin entrar en más detalles que, hoy ni quiero ni deseo que, ocupen la mayor parte de nuestro Adiós al amigo finado, sino que, además esto y toda esa su gran “obra” profesional y política en favor de Castilla y León, quede muy por debajo del ser humano al que todos nosotros teníamos como “Un hombre bueno”, pero lo cierto es que encontró una solución, eficaz,posible,legal y honesta que, ciertamente hizo que el Torneo de El Espinar, en lugar de desaparecer, a partir de ahí acumulara éxitos , premios y reconocimientos que, ya son de todo Castilla y León.
En diversas ocasiones y en público, he manifestado mi gran satisfacción porque, ésta obra que significa el Torneo de El Espinar, con más de treinta y siete años negociando, gestionando y concertando con políticos de Castilla y León, fuera un ejemplo de limpieza y transparencia y un escaparate de políticos de una y otra ideología, sin excepción alguna, al servicio de nuestra tierra y sus ciudadanos, hoy no sería justo que dejara pasar la ocasión de afirmar que Tomás Villanueva fue un gran “Ariete” de toda esa generosa, benéfica y ejemplar andadura.
Todo ello, con ser importante y, ciertamente que lo es para El Espinar y para Castilla y León, resulta inapreciable al situarlo al lado de la dimensión humana de Tomás, donde su figura se hace grande, grande de verdad, analizando la admiración por su persona y reparando en su ejercicio como padre de familia, junto a su excepcional esposa y compañera Rosa ¡que familia! ¡que ejemplo!, es cuando mi respeto y cariño y el de todos cuantos formamos la pequeña gran familia del Torneo de El Espinar, toma verdadera carta de naturaleza y cuando sentimos el orgullo de haberle conocido y de haber compartido tantos momentos con él.
Querido amigo, cuando en lo primeros momentos, a las pocas horas de haber fallecido, he podido ver a tu querida y extraordinaria familia, conformando la escena tan natural y sincera de como tus hijos arropaban a su querida madre, a tu amada Rosa, ya no tengo la menor duda de que, tu cariño y ejemplo van a estar siempre con nosotros, como si solamente te hubieras alejado un poco.
GRACIAS POR TODO, DESCANSA EN PAZ AMIGO,
Pedro Angel Muñoz Asenjo